Sobre mi poxés

Jorge Cano Febles
3 min readSep 23, 2019

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Aparecen en mi lenguaje diario, en mensajes, en redes sociales, en cartas. No desafían nada, solo comunican lo mismo con otro tono, fomentan otra atmósfera. Resuenan porque están menos aquí (o porque nacieron efímeras). La palabra “paisaje”, por ejemplo, me remite a pinturas, a ciertos colores pastel, a un sistema de referencias intensamente decimonónico; para mí es solo un rótulo de madera de museo. Sin embargo, landscape me complace: más que un espacio pasivo, una tierra en fuga, un acomodo de materia que increpa los límites (según yo). Un efecto análogo me produce quixotic, infinitamente superior a la manoseada “quijotesco”, que me remite automáticamente a gente letrada que pasa el fin de semana con prostitutas. El Secreto, por ejemplo, suena a la Puta Verdad, la Razón, algo ancestral pero actual, una verdad potente y indiscernible sobre el amor, la vida y la muerte, pero secret (the secret) tiene un tufillo institucional, a FBI, a los asuntos terribles que sostienen ciertos regímenes políticos. Otra: bragging me hace pensar en Jay Z narrando una jerarquía que él domina, diciendo algo irrepetible, incómodo y poético sobre el poder y su verga (escindiendo la calma: produciendo Arte); pero “pavonear” me habla del mismo letrado compartiendo opiniones “cultas” e “ingeniosas” con la misma prostituta. (Puedo ver el oro en el pecho de Jay Z, incluso el color de los tenis, como puedo imaginar la diabetes en las venas del letrado.) ¿Por qué tengo esta obsesión? Creo que, en parte, por madurar en una plataforma minada de voces, interacciones, frases, imágenes y sonidos en competencia perpetua por el trono de lo sexy, lo diferente y lo exacto, y preferir ser ahí. El lenguaje en hoy, en estas pantallas. Por otro lado, también mi ingles está menos “vacío”. Mi español está más “lleno” en el sentido en que he vivido el idioma, dotando de contenido histórico, para mal y para bien, ciertos vocablos. En español algunas (la mayoría) me deslumbran: me hacen querer cantarlas y estudiarlas; pero otras carecen de intensidad: yermas y predecibles, las he escuchado en personas detestables, en escritores más omisibles o en políticos innombrables (y han sido arruinadas en mi cerebro para siempre, hasta que este cuerpo enferme y deje de respirar). Las malas anécdotas me queman el idioma… Pero, obviedades a parte, en el fondo a quién le importa mi preferencia por unos sonidos sobre otros. Y a quién le interesa en este momento mi carrera: mi gusto por las escaleras, la apariencia de las palabras, Lo Nuevo, la solemnidad intelectual, la estetización de la ira, el futuro o los referentes banales. Cierta música, como ciertos colores, me hace sentir más cosas. No todas las sonrisas me hacen temblar. El Paraíso es una suma de trampas en las que uno ha caído cándidamente. Hoy no llovió, pero extrañé el Instagram de Kylie Jenner. Lo que quiero decir es que hablo desde mis prejuicios, que construyo mi lenguaje a partir de una serie de referencias personales y que estas arbitrariedades determinan inevitablemente lo que quiero regalar/carcomer. Proclamo que es mi oreja, mi erótica del sonido, de las letras y los textos, no el rasero de la civilización, y proclamo que (para mí) la forma es Ley. Ayer leí un manifiesto, cené un Tafil y hoy me dolió la rodilla. Antes pensaba que podía ver todos los techos y ahora solo me queda el spam y, de gasolina, mi ego. (Si compro bonos indexados, ¿rejuvenezco?, ¿vuelvo a ser yo?) Cualquiera puede diferenciar lo que brilla en neón de lo que no. Me declaro enemigo de lo olvidable como me declaro amigo de lo corriente. No sé expresar cariño (en físico) por lo que regalo prosa “modificada” (en mensajes digitales). Una vez adquirí una flor que murió y tuve que subir a la cueva para que mis multitudes recuperaran el camino. Me gusta más swagger que “onda” como me gusta, por supuesto, más “soleado” (brutalmente plena) que sunny. Disfruto las frases is an anknown filin y pal pari, por ejemplo, como disfruto (por enigmática y guapa) la frase “Hoy he amanecido verídico”.

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Jorge Cano Febles
Jorge Cano Febles

Written by Jorge Cano Febles

(Chetumal, 1989). Escritor y politólogo. Libros: Cartas a un joven diseñador (RRD, 2020), Sopa de huesos (RRD, 2022), Terciopelo negro (Gato Blanco, 2024).

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